Si estás
esperando que te ayuden solo aquellos a quienes una vez ayudaste, imagino que
la has pasado bastante mal. Esos numeritos no cuadran, esa lógica no te da,
¿cierto? Pues bienvenidos a cómo marchan las cosas en esta realidad, en la que por
un lado se te aparecen algunos ángeles inesperados, mientras se desaparece una
pila de desagradecidos. Acostúmbrate a que así funciona y es perfecto. Sin
obligaciones, sin forcejeos, en un flujo dinámico de acontecimientos, las cosas
se sobrellevarán y, con un empujoncito, se solucionarán. Pero eso sí:
tienes que pedir la ayuda. Calladito vas
a seguir remordiéndote en tu soledad y te va a salir otra llaga como la que ya
tienes. Muy bien. En este punto, espero que sepas ya cómo se bate el cobre, y cuando
necesites ayuda, deja el drama desolado y silencioso, abandona el sufrimiento
autoinfligido y pendejo para dar paso a esta novedosa manera de ver las cosas,
en la que el intercambio no es de uno hacia uno, sino de todos entre todos. Deja
de buscar culpables y de nuevo: deja el drama.
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