Dejarme descansar al
fin después de esos días atribulados solo fue el verdadero comienzo de nuestra
historia juntos. Luego de aquel día tan triste debí imaginarme alguna manera
traviesa de verte, de hacer que me vieras, de conversar sobre lo que quedó
pendiente. Me colaba en tus momentos de indecisión para señalarte el camino. Me
deslizaba en tus sueños y hacía mis mejores apariciones para sentarme a tu
lado, hablar un poco de cómo van las cosas ahora, ¿y por qué no? bromear un
poco sobre tus defectos y los míos. No hubo abandono. No hubo la nada. Todo siguió girando como
siempre, pero ya formando parte de una nueva conciencia de lo que somos, de lo
que nos rodea. Se acabó el sobresalto entre nosotros. Feneció toda la pasión
inmadura, efervescente e incierta que tanto nos movía, que tanto nos desviaba
del camino para dar paso a algo más reflexivo, contemplativo, algo más sereno y
abierto, en resumen: algo más amoroso. Así me gusta más. Así parece ser lo
natural que debió ser la vida desde el comienzo, pero por enredos y
distracciones superficiales no lo fue. Solo queda esto, así, de esta manera que
acaricia. Y así será hasta que ambos, tú y yo estemos juntos de nuevo en este
lado, el lado que siempre existió.
Espero que te guste el contenido. Para sugerencias, objeciones, protestas o propuestas, escribe a "leonardo.rothe@gmail.com"
jueves, 11 de enero de 2018
lunes, 8 de enero de 2018
Imagina la realidad
Imagina que por un
momento que la realidad se parece a lo que creemos que es, que se pueda ver,
sentir, disfrutar tal como se presente. Imagina que no hay mantos, velos,
suavizantes, tutores, catalizadores o condicionamientos para nuestra
percepción. Imagina que nuestros instintos tengan una mayor participación en nuestra
rutina diaria, dejando atrás los prejuicios, los recuerdos, los miedos inútiles,
palpando al fin cada cada gota de agua, cada brisa, cada beso y cada pérdida
exactamente como se presente. Imagina que llegue el día en el que solo baste
mirar el paisaje para salir a caminar, dar la mano para comenzar a conversar,
abrir el corazón para comenzar a amar. Imagina no ocultar por miedo a dañar o
parecer débil, no destruir por temor a ser destruido, no aprovechar la ocasión. Ingenua esperanza, al parecer, esa de
esperar ver las cosas simplemente como son.
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