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domingo, 30 de marzo de 2014
Mis prejuicios favoritos
No rehuiré
la situación. La afrontaré inmediatamente, pero lo haré a mi manera. Echaré
mano a mi herramienta favorita: Mis prejuicios favoritos. Con altivez manotearé
la conversa y expondré mis criterios con reciedumbre, aunque con algo de
esguinces. Me sorprenderé cuando me vengas con esa retahíla de razones y
argumentos que, según me dices, son sustentados. Me valdré de tu origen, del
color de tu piel, de tu nacionalidad, de tu religión o de la manera en que te
amarras los zapatos para hacerte quedar mal ante la audiencia, para quedar como
el vencedor de esta diatriba absurda que, como todos sabemos, asumiste con tu
concepto raro de responsabilidad, de compromiso, de honestidad… qué ridiculez.
domingo, 2 de marzo de 2014
Sé que admiras a Carlos, pero...
Sé que admiras a
Carlos. Estoy al tanto de tu devoción por este personaje. Sé que es razonable
sensibilizarse con su trayectoria y la inspiración que te inyecta para emularlo,
para seguir sus pasos. Ahora, déjame decirte algunas cosas sobre Carlos. Carlos
no te conoce. Carlos creció y se desenvolvió en condiciones muy distintas a las
tuyas. Repito: Carlos no te conoce, ni está interesado en conocerte. Para él tú
eres sólo uno más que come cotufas con refresco mientras observas su trabajo
impecablemente ejecutado. Carlos tiene sus vicios propios, así como tú tienes
los tuyos. Nunca llegarás a ser como Carlos; tal vez puedes llegar más lejos o
más cerca que Carlos, pero nunca llegarás su lugar… porque es suyo. No
necesariamente lo que dice Carlos es lo que siente. No conoces las verdaderas
necesidades ni los demonios de Carlos, ni quizás los tuyos tampoco. Yo sé que
te haces el tonto cuando Carlos dice, desde su escenario, cosas que van en
contra tuya y de tus intereses; pero, como dije, te haces el tonto mientras sonríes
y aplaudes. Yo sé que quieres triunfar como Carlos, mi pana, pero debes buscar
tu propio camino… un camino de credibilidad y cierta dignidad. Eres libre para
decidir, pero creo que, como tu amigo, debo advertirte que estás cerca de ser
sólo un patético jalabolas platónico.
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