Si los responsables
principales de los desmanes perpetrados hacia la gente y sus vidas supiesen la
verdadera magnitud de lo que impulsan, el dolor previo por lo que podrían
causar les impediría comenzar su empresa. Si supieran ellos el daño que están a
punto de desencadenar hasta en gente de sus afectos, seguro se abstendrían.
Pero no lo saben; no les importa porque no lo saben, porque no lo han concebido
en sus mentes y ni en sus corazones; porque no les dolerá ni en la piel ni en
el alma. Y es por medio de esta inconciencia tan portable, tan asequible, tan
ofertada en el mercado, que muchos desatan demonios a los que les venden muy
baratas sus almas y a los que huirán más adelante, hasta llegar al fin de sus
días. Imagino que estás pensando en más de uno de los que salen por los medios,
en lugar de ti.