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miércoles, 30 de mayo de 2018

Ignorar a Dios

¿Cómo se “ignora” a Dios? ¿Cómo se “aleja” alguien de Dios? ¿Cómo se “distrae” alguien de su poderosa figura? ¿Cómo puede ser posible que quien le declaró creer en él y aceptarlo como su único dios y salvador, ahora aparente estar alejado, distraído de semejante presencia? Son preguntas que desde lo lejos me hago. Son inquietudes que de alguna manera me afectan cuando noto que hay algo que no anda bien por los “Caminos del Señor”. Me afecta tener alguna certeza de un grupo de mis semejantes juegan a la ligereza, utilizando su libro sagrado, sus sitios de culto, sus reuniones revestidas de la formalidad de la ocasión, regando la matica solo los domingos o cuando se acuerdan. A esta distancia no sé cómo es que muchos pueden alejarse de quien, según su misma declaración íntima y pública, los creó y los ama a cada día, brindándoles sin condición la luz en su camino a la salvación. Ignorar a Dios es como para el caraqueño ignorar el cielo azul, el blanco de las nubes o Cerro El Ávila en un día soleado. En ese caso, podría el caraqueño encerrarse en su casa, cerrar las puertas y ventanas y quedar al margen de tal belleza… pero siempre sabrá que está allá afuera, esperándolo con la paciencia de la eternidad. Incluso en este caso ficticio, se esconde el hombre de algo que cree que existe; que si se abre él mismo, es inevitable que entre esto e inunde con su presencia. Es tan confusa la situación que desde aquí, desde este espacio quieto y frío, se nota que quien alguna vez aceptó la luz, ahora se empeña en experimentar pequeñas oscuridades intermitentes, normales, ocasionales, que se juntan con la visita y los cánticos del domingo para formar un amasijo moral color plastilina, así como cuando se unieron varios colores y al final surge un feo marrón grisáceo. Si tomamos como premisa que la persona una vez creyó fervientemente en la presencia divina, preveo que habrá mucha dificultad y confusión tratando de saber qué pasó en el camino que ahora esta misma persona “se aleja” de Dios. Para mí, desde afuera, con el respeto posible del caso, la única respuesta al estado actual de las cosas, es que esta y muchas personas más se dejaron llevar por otros desde el comienzo, creando un mundo de fantasía que nunca cuajó, que no evolucionó como para convertirse en vida espiritual. Para mí, en conclusión apremiante, ni esta ni muchas personas nunca creyeron de verdad.

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