Ve a compartir lo que tienes, lo que sueñas, tus potencialidades. Anda y comparte el espacio, el aire, las ideas que llevas contigo. Pero coño, no llegues con las manos vacías. No llegues a quitar, a exigir, a completar una tarea que no pudiste terminar solo. No llegues a conquistar plazas ajenas, a invadir espacios sagrados, a ensuciar con tus botas sin rumbo. Ve, en cambio, a compartir el producto de tus propias labores, a gozar de esos logros en compañía de alguien con tus kilómetros recorridos, aunque de caminos distintos. Ve a levantar puentes y a intercambiar riquezas. Ve a construir, a edificar, a poner a disposición uno de los dos hombros necesarios para la tarea conjunta. Por otro lado, cuídate de no llegar a un sitio inhóspito, hostil, que igualmente te devalúe. Evita participar en el fraude en el que dos mendigos que se juntaron para pedir.
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